Con la luna llena de testigo, las estrellas y toda una noche por delante él y ella… ella y él… pasaron la mejor noche de amor que pudieron, no era la primera vez de ambos, pero si juntos y la sintieron así, sus sentimientos afloraban a flor de piel, se conocían tanto que no hacía falta que hablaran para saber lo que querían y cómo lo querían…
Amanecieron abrazados con mil pensamientos y preguntas en sus cabezas… ¿habremos hecho bien? ¿Seguiremos siendo amigos? ¿es momento de dar el siguiente paso? Ninguno de los dos querían hablar, ni pensaban en arruinar el momento, ya habría tiempo para todo.
Se despidieron con un beso en la mejilla en la puerta de la casa de ella y ambos dieron un gran suspiro al cerrarse, intentaron durante todo el día escribirse, pero los mensajes nunca se enviaron. Evidentemente siempre les costaba dar el primer paso.
Finalmente ella decidió ir a buscarlo a su casa antes de la cena y se sorprendió de sobremanera cuando su madre le dijo que había salido con sus compañeros del pre de la facultad. Le iba a enviar un mensaje, pero al ver una foto de estado de él muy abrazado, para su gusto, a una compañera, decidió que no era el momento para hacerlo.
Al otro día, alertado por su madre él fue a buscarla a ella antes del almuerzo y también se sorprendió al saber que había comenzado a trabajar justo ese día, decidió ir a buscarla, pero al ver que un compañero la acompañaba no se animó a acercarse. Y así comenzaron los desencuentros.
Los dos recordaban con mucho amor su noche especial, pero era muy difícil para ambos volver a estar cerca, no se animaban, no querían arruinar todo lo que sentían y eso los paralizaba. Cada tanto un mensaje se enviaban, pero nada muy personal.
Una noche se encontraron por casualidad en un boliche y al verse frente a frente la atracción entre ambos era inevitable, se unieron en un beso eterno, no se separaron ni un segundo y todo lo que pasaba a su alrededor les importaba muy poco. Pasaron una gran noche juntos, mejor tal vez que su primera vez juntos… noches, días, tardes, amaneceres… que se repitieron durante meses… años….
Pero eran sólo eso… momentos cuando se encontraban, cuando se daba, cuando pintaba… sentían miedo de comprometerse, así era más fácil según ellos, no decepcionaban a nadie, no sentían celos y cada uno podía hacer lo que quería, sin permisos, sin reproches y lo más importante sin perder su amistad con derechos…
El tiempo pasaba, ellos crecían, maduraban y era hora de pensar seriamente en el futuro, él tenía una gran propuesta para terminar sus estudios en Europa, ella tenía una beca para ir a Estados Unidos. Si sólo fueran amigos con derechos no tendría que haber sido dolorosa la separación, y lo fue, se extrañaban muchísimo aunque no lo admitieran, lloraban a solas tras terminar las llamadas. Los mensajes se hicieron cada vez más esporádicos, era mejor desconectarse, alejarse, aunque nunca pudieran olvidarse.
Ya habían pasado casi dos años sin verse, nuevamente los unió un duelo, la madre de él falleció tras una larga enfermedad y aunque él volvió acompañado de su novia italiana, ella no puedo evitar el abrazo interminable y las palabras de consuelo que los llevarían a no separarse por un tiempo.
La muchacha italiana tenía que volver, y también sabía que la historia entre él y ella no había terminado, tenían mucho que hablar y decirse, todo aquello que habían callado y guardado bajo siete llaves.
Y así lo hicieron, hablaron y se besaron, dejaron de callar y se abrazaron, abrieron el baúl de sus sentimientos con las siete llaves e hicieron el amor otras tantas veces más… hasta que decidieron dar el siguiente paso de su relación, serían novios, pareja, amantes, compinches, confidentes y sobretodo amigos, amigos inseparables, amigos que se amaban y se atraían con locura, una linda locura que recién comenzaba…