Quiero Decir

Mi diario digital…

Si te gusta Quiero Decir

Invitame un café en cafecito.app
Cuentos Cuentos y Relatos

Héroes inesperados

Era una noche muy calurosa y el abuelo se sentó en la puerta de casa, en la vereda, una costumbre que nunca dejaría a pesar de la inseguridad y hasta la pandemia. Es que dentro de casa se sentía solo y al menos afuera sentía el ruido de sus vecinos por lo menos.

Desde allí observaba a la luna en el cielo que parecía sonreírle y hasta guiñarle un ojo, la luz de la luna iluminaba las rosas rojas de su cantero. Las miraba y suspiraba profundo respirando su aroma y recordando a su difunta esposa que tanto las cuidaba. La luna también iluminaba una fila interminable de hormigas rojas que salían del cantero como espantadas, siguiendo el camino con la mirada observó un gato azul en el medio de la vereda, entonces se asustó. Sintió que algo malo podría estar por pasar.

Los perros del vecindario comenzaron a ladrar muy fuerte, los gatos maullaban en lo alto de las casas, los pájaros aleteaban fuerte, pero el gato azul frente al abuelo no se movía y lo miraba fijo. La calle estaba absolutamente vacía, nadie caminaba ni se asomaba por las ventanas, ningún auto, moto o bicicleta se veía.

Pasaron unos segundos y la tierra bajo los pies del abuelo comenzó a vibrar, las ventanas vibraban y hacían ruido, él se levantó de la silla sabiendo lo que se vendría y se colocó debajo del marco de la puerta, el gato azul lo siguió y se quedó junto a él.

Entonces sucedió, un fuerte temblor sacudió la tierra, el gato azul parecía agarrarse del pantalón del abuelo, el abuelo se apoyaba con fuerza en el marco de la puerta, las hormigas saltaban unas sobre otras, los perros y los gatos ya no se sentían, el cantero de las rosas se rompió y el rosal cayó quebrado al suelo , el grito de los vecinos era ensordecedor, todos asustados salieron corriendo de sus casas.

Todo parecía un caos, autos, motos y bicicletas inundaron la calle, en cualquier momento habría un accidente, el abuelo intentaba tranquilizar a todos, pero el mismo no podía estar tranquilo, sobretodo por lo que le había pasado al rosal, el gato azul seguía en sus pies… él quería gritar intentando que lo escucharan y su voz no se oía, no sentía su propia voz.

Desesperado y todo traspirado el abuelo despertó en su cama, todo había sido un sueño, o eso creía, respiro profundo para volver a la realidad, miró hacia los pies de la cama y estaba el gato azul mirándolo fijo a los ojos, volvió a asustarse y escuchó voces en la verada de su casa.

Sin dejar de ver al gato azul, se asomó por la ventana y vio asombrado como algunos de sus vecinos recuperaban el rosal y arreglaban el cantero, él con lágrimas en los ojos los saludó y agradeció desde la ventana.

Los vecinos que allí estaban comenzaron a aplaudirlo y agradecerle por lo que hizo la noche anterior, en realidad su voz si se escuchó y los había tranquilizado en una noche tan particular. Aunque su voz se había escuchado a través del gato azul que ahora lo acompañaba en la ventana.

Ni el abuelo ni los vecinos entendieron alguna vez que sucedió, pero se convirtieron en héroes inesperados que a partir de ese día nunca más estuvieron solos por las noches en la vereda, ya que niños y adultos los acompañaban para contar historias o sólo para observar la luna que parecía guiñarles un ojo desde el azul del cielo.

DEJA UNA RESPUESTA

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Facebook
Instagram