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Comida perversa

La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena, dicen por ahí… pero a Nicolás y a Bautista no les importaba nada, sólo querían venganza… y no una dulce… sino una bien perversa. Por eso habían invitado a cenar a Darío y Emanuel junto a los primos de Nicolás recién llegados de Italia a una parrillada muy especial.

Nicolás, Bautista, Emanuel y Darío habían sido compañeros de la secundaria, eran muy amigos e inseparables hasta que Darío cometió la enorme imprudencia de regalar la camiseta del Napoli de Nicolás firmada por Maradona, regalo de sus primos italianos.

Había sido en medio de una gran borrachera, Emanuel lo había encubierto todo, pero finalmente todo salió a la luz… si bien el enojo fue mucho y no se volvieron por años, Nicolás juró que algún día se vengaría por tal hecho… con una camiseta firmada por Maradona no se podía jugar ni perder de esa manera.

Todo comenzó a darse a pedir de boca, Bautista se encontró con Emanuel y Darío y habían intercambiado teléfonos, casi al mismo tiempo los primos de Nápoles de Nicolás avisaban que vendrían de visita, así que sólo restaba organizar la vendetta.

Emanuel y Darío nunca imaginaron todo lo que se les vendría, pensaron que sus antiguos amigos ya habrían olvidado el episodio de la camiseta después de tantos años, así que sólo se dispusieron a ir y disfrutar sin olvidar el vino, ni sus sombreros estilo cowboys que habían comprado en la secundaria.

La parrillada estaba a full, con provoleta incluida, morrones con huevo dentro y todo tipo de  carnes y achuras. Llegaron primero los antiguos compañeros y cometieron la primera imprudencia de la noche al intentar meter mano en la parrilla que tan bien llevaba Nicolás, casi se los come vivo… pero se tranquilizó ya que la noche recién comenzaba…

Abrieron el vino, comenzaron a beber, a hablar trivialidades mientras esperaban pacientes a los primos que estaban retrasados. Se sentaron en la mesa a picar algo, los invitados cometieron la segunda imprudencia de la noche al no quietarse sus sombreros en la mesa… pero volvieron a pasarlo por alto, la noche recién comenzaba…

Ya iban por la segunda botella de vino y varias latas de cerveza cuando finalmente llegaron los primos italianos… obviamente siguieron brindando y brindando… al comenzar a comer tremendo asado la borrachera era importante, pero Nicolás no olvidaba su venganza.

Él le había comentado a sus primos lo sucedido con la camiseta años atrás y ellos no lo habían tomado de la mejor manera, ellos también deseaban venganza. Pertenecían a una típica familia italiana, por no decir mafiosa, que no dejaba pasar cosas como ésas. Nicolás había pensado todo para que la comida fuera sólo un susto para sus amigos, pero llegó la tercera imprudencia de los invitados especiales…

Al sentarse a comer ambos, con sombreros, osaron con posar sus codos en la mesa… una actitud más que amenazante para toda una tradición familiar italiana… ya no habría contemplaciones pensó Nicolás, sus primos tendrían que hacer lo que tendrían que hacer… Darío debía morir…

Pero había un problema, los napolitanos no sabían quién era Darío y la borrachera que tenían no los dejaba tampoco actuar con normalidad… lo primero que pensó Nicolás fue en señalarles a Darío por su sombrero de cowboy, pero era muy parecido al de Emanuel y encima Bautista apareció en medio de la cena también con su sombrero de cowboy.

Entonces Nicolás recordó la tradición familiar del salero, le pasaría el salero con la mano a Darío para así señalarlo y condenarlo ante la mirada de sus primos. Era la mejor manera, justo Darío pidió la sal, Nico se apuró en tomarla, pero Bautista le ganó de mano y en medio de la borrachera comenzaron a jugar entre todos, pasando el salero de mano en mano entre canciones y risas…

Hasta que Nicolás se enojó, tomó finalmente el salero, un poco tambaleando, y se lo dio en la mano, sus primos se miraron entre sí, entendiendo perfectamente el mensaje… Una vez que la cena terminó y cada quien tomó su camino se escuchó un disparo y un grito desgarrador en medio de la noche…

Nicolás respiró tranquilo, su venganza finalmente había sido tomada… pero al ver la mesa antes de levantarla se dio cuenta que algo no estaba bien… el salero no estaba del lado que se había sentado Darío… sino en el lugar de Bautista… junto a su sombrero de cowboy…

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