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Amor prohibido al calor de la chimenea

Cabaña, romance, alfombra en el piso al calor de la intensa luz que abrigaba al más bello amor, pero también al amor prohibido de un hombre y una mujer, que más que lazos sanguíneos, sentían y tendían lazos de pasión a su alrededor.

Durante la cena a la luz de las velas, disfrutaron y hasta bailaron boleros y clásicos lentos que le daban un hermoso marco a una noche más que especial… a una noche en la que por primera vez se animaban a amarse sin restricciones, sin pensar en los demás… eran sólo ellos amándose como siempre lo habían deseado.

En la alfombra iban quedando sus ropas, ya no las necesitaban, ya no sentían vergüenza de lo que sentían uno por el otro… sus cuerpos ya eran uno solo y jipiaban a la vez, al unísono gemían… era su momento… lejos de sus familiares que no los dejaban ser… que no creían en la profundidad de sus sentimientos…

Se besaban y acariciaban sin frenos… cómo aquella primera vez que se besaron escondidos en el ático de su casa…. donde la adrenalina de lo prohibido los había llevado a sentir una pasión única y ardiente  que venían ocultando desde hace mucho tiempo…

Esa noche en la cabaña coronaron el disfrute máximo en varias oportunidades, se dieron placer mutuamente, sabían exactamente qué hacer, qué le gustaba uno al otro al momento de hacer el amor…

A ella la volvía loca que le susurraran al oído palabras de amor, al tiempo que acariciaban sus pechos y jugaban con sus pezones…. A él le fascinaba que lo besaran en el cuello mientras tocaban con pasión su entrepierna….

Así disfrutaron toda la noche, no sentían cansancio, la pasión no terminaba, crecía a medida que el fuego de lo que sentían no se extinguía, como el fuego de la chimenea que  no se consumía, se alimentaba del calor que emanaban esos amantes circunstanciales.

Y el cielo parecía guiñarles un ojo, porque esa madrugada fue eterna… la luna no quería perderse detalle alguno de lo que pasaba en la cabaña a través de la venta abierta y no dejaba salir al sol… que también  lujurioso se asomaba como podía por la ventana contraria…

Los amantes ni se imaginaban lo que sucedía afuera, sólo querían seguir tocándose, besándose y probar toda pose que los llevara al clímax más profundo y disfrutable del mundo… tal vez la magia de esa noche se hizo eterna… porque no volvieron a verlos… tal vez su amor fue más que suficiente para irse y no enfrentarse al qué dirán… tal vez la luna y el sol no querían dejar que finalizara tanta pasión y lujuria juntos dejándolos en una burbuja atemporal… lo cierto es que ellos siguen amándose y jipiando sin cesar…, que más que lazos sanguíneos, sentían y tendían lazos de pasión a su alrededor.

Durante la cena a la luz de las velas, disfrutaron y hasta bailaron boleros y clásicos lentos que le daban un hermoso marco a una noche más que especial… a una noche en la que por primera vez se animaban a amarse sin restricciones, sin pensar en los demás… eran sólo ellos amándose como siempre lo habían deseado.

En la alfombra iban quedando sus ropas, ya no las necesitaban, ya no sentían vergüenza de lo que sentían uno por el otro… sus cuerpos ya eran uno solo y jipiaban a la vez, al unísono gemían… era su momento… lejos de sus familiares que no los dejaban ser… que no creían en la profundidad de sus sentimientos…

Se besaban y acariciaban sin frenos… cómo aquella primera vez que se besaron escondidos en el ático de su casa…. donde la adrenalina de lo prohibido los había llevado a sentir una pasión única y ardiente  que venían ocultando desde hace mucho tiempo…

Esa noche en la cabaña coronaron el disfrute máximo en varias oportunidades, se dieron placer mutuamente, sabían exactamente qué hacer, qué le gustaba uno al otro al momento de hacer el amor…

A ella la volvía loca que le susurraran al oído palabras de amor, al tiempo que acariciaban sus pechos y jugaban con sus pezones…. A él le fascinaba que lo besaran en el cuello mientras tocaban con pasión su entrepierna….

Así disfrutaron toda la noche, no sentían cansancio, la pasión no terminaba, crecía a medida que el fuego de lo que sentían no se extinguía, como el fuego de la chimenea que  no se consumía, se alimentaba del calor que emanaban esos amantes circunstanciales.

Y el cielo parecía guiñarles un ojo, porque esa madrugada fue eterna… la luna no quería perderse detalle alguno de lo que pasaba en la cabaña a través de la venta abierta y no dejaba salir al sol… que también  lujurioso se asomaba como podía por la ventana contraria…

Los amantes ni se imaginaban lo que sucedía afuera, sólo querían seguir tocándose, besándose y probar toda pose que los llevara al clímax más profundo y disfrutable del mundo… tal vez la magia de esa noche se hizo eterna… porque no volvieron a verlos… tal vez su amor fue más que suficiente para irse y no enfrentarse al qué dirán… tal vez la luna y el sol no querían dejar que finalizara tanta pasión y lujuria juntos dejándolos en una burbuja atemporal… lo cierto es que ellos siguen amándose y jipiando sin cesar…

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