Quiero Decir

Mi diario digital…

Si te gusta Quiero Decir

Invitame un café en cafecito.app
Cuentos y Relatos Relatos

Revolución de Mayo en primera persona, así contaba Cornelio Saavedra los hechos que derivaron en el cabildo abierto y la Primera Junta

Acostumbrados a los análisis e interpretaciones de historiadores de distintas generaciones y tendencias, olvidamos escuchar la voz de los protagonistas a través de los testimonios que algunos de ellos han dejado.

Memoria no es historia, desde ya, pero es uno de sus componentes y permite percibir el clima de época y el modo en que vivían los acontecimientos. Claro que algunos de ellos escriben mucho después de los hechos lo que implica no sólo que su memoria puede traicionarlos sino que también puede haber una reelaboración deliberada, no sólo de los acontecimientos sino también de su interpretación.

Aquí reproducimos el extracto de los recuerdos de Cornelio Saavedra un actores clave. De la lectura de sus memorias podemos deducir que había patriotas reuniéndose y elaborando planes desde mucho antes, en especial desde la prisión del rey Fernando VII, y en previsión de la caída total de España. También se entrevé un desacuerdo sobre el momento de actuar. Y cómo la noticia de la caída de de la Junta Central de Sevilla actuó como catalizador de todos los planes y tendencias.

Del relato de Saavedra se desprende la importancia que tuvo el regimiento de Patricios, germen del Ejército patrio, ya que es cuando Cisneros se notifica de que no contará con el respaldo de la fuerza armada que se resigna a convocar al Cabildo abierto que no era otra cosa que una asamblea vecinal.

Finalmente, es interesante leer la proclama que redacta el Virrey luego de la llegada del Mistletoe, la nave inglesa -cuándo no- que traía las malas noticias de España, cuya difusión Cisneros no había podido evitar. Y cómo en ella intenta evitar o dilatar la reunión del cabildo abierto porteño aduciendo la necesidad de consultar a todo el Virreinato.

MEMORIA AUTÓGRAFA DE CORNELIO SAAVEDRA   [extracto]

[Escrita en 1829]

El mismo Cisneros, el 18 de mayo del año 1810, anunció al público por su proclama, que sólo Cádiz y la isla de León se hallaban libres del yugo de Napoleón. Yo me hallaba en ese día en el pueblo de San Isidro: don Juan José Viamonte, sargento mayor que era de mi cuerpo, me escribió diciendo que era preciso regresase a la ciudad sin demora, porque había novedades de consecuencia. Así lo ejecuté. Cuando me presenté en su casa, encontré en ella una porción de oficiales y otros paisanos, cuyo saludo fue preguntándome: «¿Aún dirá usted que no es tiempo?» Le contesté: «Si ustedes no me imponen de alguna nueva ocurrencia, que yo ignore, no podré satisfacer a la pregunta». Entonces me pusieron en las manos la proclama de aquel día [la del Virrey Cisneros].

Me propusieron fuésemos a la casa de don Nicolás Peña [por Nicolás Rodríguez Peña], en la que había una gran reunión de americanos que clamaban por que se renmoviese del mando al virrey y crease un nuevo gobierno americano. Allí encontramos a los finados doctor don Juan José Castelli y don Manuel Belgrano. El primer paso que acordamos dar fue interpelar al alcalde de primer voto que lo era don Juan José Lezica y al síndico procurador doctor don Julián Leyva, para que con conocimiento del virrey Cisneros se hiciese un cabildo abierto, al que concurriese el pueblo a deliberar y resolver sobre su suerte. Belgrano y yo nos ocupamos de allanar ese paso con el dicho alcalde y Castelli con el síndico procurador doctor Leyva. A pesar de la repugnancia que manifestó el alcalde de primer voto don Juan José Lezica, viendo le hablábamos de serio, tuvo que ceder a lo que pedíamos: esa misma tarde convocó a todos los demás capitulares y en consorcio del síndico hicieron presente nuestra solicitud. El resultado fue quedar acordado pedir sin demora al virrey venia para el día siguiente convocar a cabildo público y general. (…)

Sorprendió a Cisneros aquella novedad: contestó al Cabildo que, antes de dar el consentimiento o venia que se solicitaba, quería tratar con los jefes y comandantes de la fuerza armada.

El 19 se nos citó por el sargento mayor de la plaza, para que a las siete de la noche estuviésemos todos en la fortaleza, Así lo verificamos. Se nos presentó al virrey y nos dijo: «Señores, se me ha pedido venia por el excelentísimo cabildo para convocar sin demora al pueblo a cabildo abierto, a lo que parece ha influido mi proclama de ayer. Yo no he dicho en ella que la España toda está perdida, pues aún nos quedan Cádiz y la isla de León. Llamo a ustedes para saber si están resueltos a sostenerme en el mando como lo hicieron el año 1809 con Liniers o no: en el primer caso, todo el hervor de los que pretenden tan peligrosas innovaciones quedaría disipado, en el segundo se hará el cabildo abierto y ustedes reportarán sus resultas, pues yo no quiero dar margen a sediciosos tumultos».

Viendo que mis compañeros callaban, yo fui el que dijo a S. E.: «Señor, son muy diversas las épocas del 1 de enero del año 1809, y la de mayo de 1810, en que nos hallamos. En aquélla existía la España, aunque ya invadida por Napoleón, en ésta toda ella, todas sus provincias y plazas, están subyugadas por aquel conquistador, excepto sólo Cádiz y la isla de León, como nos aseguran las gacetas que acaban de venir y V.E., en su proclama de ayer. ¿y qué Señor? ¿Cádiz y la isla de León son España? ¿Este territorio inmenso, sus millones de habitantes, han de reconocer soberanía en los comerciantes de Cádiz y en los pescadores de la isla de León? ¿Los derechos de la corona de Castilla a que se jncorporaron las Américas han recaído en Cádiz y la isla de León que son parte de una de las provincias de Andalucía? No, señor; no queremos seguir la suerte de la España, ni ser dominados por los franceses: hemos resuelto reasumir nuestros derechos y conservarnos por nosotros mismos. El que a V.E. dio autoridad para mandarnos, ya no existe: de consiguiente tampoco V.E. la tiene ya, así es que no cuente con las fuerzas de mi mando para sostenerse en ella». Esto mismo sostuvieron todos mis compañeros. Con este desengaño concluyó diciendo: «Pues, señores, se hará el cabildo abierto que se solicita». Y en efecto se hizo el 20 [se refiere al 22] del mismo mayo.

LA PROCLAMA DEL VIRREY CISNEROS  [18 de mayo de 1810]

Acabo de participaros las noticias últimas conducidas por una fragata mercante inglesa, que habiendo salido de Gibraltar, arribó a Montevideo el 13 del corriente. Ellas son demasiado sensibles, y desagradables al filial amor que profesáis a la Madre Patria, por quien habéis hecho tan generosos sacrificios. Pero ¿qué ventajas produciría su ocultación, si al cabo ha de ser preciso que apuréis toda la amargura que debe produciros su inexcusable conocimiento? Por otra parte, es de mi obligación manifestaros el peligroso estado de la metrópoli de toda la monarquía, para que instruidos de los sucesos redobléis los estímulos más vivos de vuestra lealtad y de vuestra constancia contra los reveses de una fortuna adversa, empeñada por decirlo así, en probar sus quilates.

Encargado por la Autoridad Suprema de conservar intactos y tranquilos estos dominios, he dedicado a tan justo, y tan interesante objeto todos mis desvelos y fatigas. Nada he omitido de cuanto he creído conducente, al desempeño de tan elevada confianza: vosotros sois testigos de que no me dispenso una alabanza a que no tenga justos y conocidos derechos; pero ni estos, ni la general benevolencia que os debo, y a que siempre viviré agradecido, me dispensan del deber que me he impuesto de que en el desgraciado caso de una pérdida total de la península, y falta del Supremo Gobierno, no tomará esta superioridad determinación alguna que no sea previamente acordada en unión de todas las representaciones de esta capital a que posteriormente se reúnan las de sus provincias dependientes, entretanto que de acuerdo con los demás virreinatos se establece una representación de la soberanía del Sr, Don Fernando VII. Y yo os añado con toda la ingenuidad que profeso; que lejos de apetecer el mando veréis entonces como toda mi ambición se ciñe a la gloria de pelear entre vosotros por los sagrados derechos de nuestro adorado monarca, por la libertad, e independencia de toda dominación extranjera de estos sus dominios, y por vuestra propia defensa, si alguno la perturba. 

Después de una manifestación tan ingenua nada más me resta que deciros, sino lo que considero indispensable a la conservación de vuestra felicidad, y de toda la monarquía. Vivid unidos, respetad el orden, y huid, como de áspides los más venenosos, de aquellos genios inquietos y malignos que os procuran inspirar celos, y desconfianza recíprocas, y contra los que os gobiernan: aprended de los terribles ejemplos que nos presenta la historia de estos últimos tiempos, y aun de los que han conducido a nuestra metrópoli al borde de su precipicio; la malicia ha refinado sus artificios de un modo tal, que apenas hay cautelas suficientes para libertarse de los lazos que tiende a los pueblos incautos y sencillos. Todo os lo dejo dicho: aprovechaos si queréis ser felices de los consejos de vuestro jefe, quien os lo franquea con el amor más tierno y paternal.

Buenos Aires 18 de Mayo de 1810.

Baltasar Hidalgo de Cisneros

DEJA UNA RESPUESTA

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Facebook
Instagram