Hace un tiempo que comparto departamento con un amigo. La economía, mejor dicho mi economía, no viene bien y una manera que encontré para estar mejor es dividir los gastos con alguien, hubiese preferido que sea con una mujer, pero cuando mi amigo tuvo que dejar el lugar que alquilaba no dude en pedirle que se mudara conmigo.
Todo fue muy normal al principio, dividíamos los gastos, compartíamos desayunos y algunas cenas. Teníamos reglas claras como no llevar nuestras citas al departamento si sabíamos que el otro iba estar allí y así pasaron los días, las semanas y los meses.
Con el tiempo nos fuimos haciendo más amigos, nos acercábamos cada vez más, ya no nos importaba compartir el baño, cortina mediante, durante el baño de alguno u otro… aunque debo admitir que alguna que otra miradita le daba…
Mi roomie (así me gustaba llamarlo) cada tanto me traía uno que otro regalito… un caramelo, un chocolate, un vino para compartir, sushi para cenar, un perfume importado… hasta que un día me regaló un conjunto de ropa interior negro y rojo de encaje… verdaderamente hermoso…. “Para que compartas con tu nueva cita me dijo”… luego de la sorpresa incial, sonreí y le agradecí con un beso, justo en la comisura de sus labios…
Esa noche dormí imaginando usar el lindo conjunto con mi chico, pero en mis sueños lo usaba con mi roomie y pasaba una noche de sexo maravillosa… desperté toda mojada, deseando hacer mi sueño erótico realidad.
Pensaba en todos los regalos que me había hecho, en sus miradas, en los roces de nuestras manos de los últimos días y todo se aclaraba… él también me deseaba, no había duda.
Esa noche decidí preparar una exquisita cena, velas incluidas… el entró, lucía un traje que le quedaba muy bien, vio la mesa preparada y al levantar la vista aparecí delante de él con dos copas de vino y sólo vistiendo el conjunto de ropa interior que me había regalado… “Tú eres mi cita…” le dije, sonrió, tomó una de las copas, brindamos… dejó su copa en la mesa, hizo lo mismo con mi copa, me tomó de la cintura…
Me besó, nos besamos… nos faltaban brazos y manos para tocarnos… le quité su ropa, prácticamente rasgó mi linda ropa interior y allí en el mismísimo comedor hicimos el amor… con mucha pasión, con un deseo contenido de hacía mucho tiempo y ganas de comernos…
Lo hicimos una y mil veces más esa noche, sus caricias y besos me encendían a más no poder, llegábamos juntos a un clímax intenso que nos volvía más locos aún de deseo…
Dormimos finalmente en mi cuarto, al otro día me trajo el desayuno a la cama y se despidió con un tierno beso… no pude dejar de pensar en lo que había pasado durante todo el día, había sido mucho mejor que en mi sueño…
Esa tarde el regreso del trabajo con nuevo regalo: un disfraz de mucama y un pote de crema…