Las abuelas suelen vivir lejos de sus nietos, pero siempre están presentes de algún u otro modos, especialmente para los cumpleaños… La abuela Inés era muy especial, una especie de Mary Poppins, cada vez que visitaba a sus nietos llevaba una valija donde había de todo y un poco y más…
Para el cumpleaños de Andrés se apareció muy temprano con su valija, aunque sólo iba a estar unas horas, y los niños estaban ansiosos de conocer lo que traía en ella. Primero que nada sacó su “varita mágica”, una varilla que siempre llevaba allí, no tenía poderes mágicos pero a los niños les gustaba jugar con ella.
La abuela, con su varita, hizo lugar en la valija hasta encontrar el regalo de Andrés, era un paquete muy chiquito y el niño quedó desilusionado al verlo, lo abrió muy rápido y saltó un sapo de adentro, que rápidamente comenzó a recorrer toda la casa a saltos, no podían atraparlo…
Cuando finalmente lo hicieron la abuela lo tomó, lo tocó con su varita y para sorpresa de todos el sapo se convirtió en un hermoso cachorro que movía su colita y orejitas de manera muy graciosa…
Nadie podía creer lo que había sucedido y miraban muy extrañados a la abuela y su varita. Inés en cambio estaba muy tranquila y no entendía la sorpresa de la familia…
-¿A caso nunca se dieron cuenta qué era de verdad? ¿Cómo creen que podía traer en mi valija tantos regalos, mudas de ropa y todo lo que me pedían?
Todos comenzaron a hacer memoria y la abuela tenía razón, era imposible traer tantos juguetes, tejidos y hasta comida casera en una simple valija.
-Por cierto abuela, ¿podrás tocar con tu varita la comida de mamá? Porque entre el sapo, el perro y la sorpresa la volvió a quemar…
-Claro que sí… y ¿qué nombre le pondrás al cachorro?
-Magia, para recordar siempre la magia de tenerte con nosotros…
