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El cumpleaños que no fue, la fiesta de hoy

2020 debería haber sido el mejor de los años para él.  Tenía un gran trabajo para él, muy cerca de la pelota (su mejor amiga si acaso) y donde se sentía vivo en todos los sentidos; una familia que de apoco parecía que iba sanando heridas; un buen pasar económico, sin demasiadas preocupaciones; y el año que cumpliría 60 años y pensaba en un gran festejo…

Pero el destino, una pandemia y mil obstáculos más evitaron que el 2020 fuera el mejor de los años para él.

La cuarentena obligatoria y su delicada salud lo alejaron de las canchas, de su trabajo y evito que estuviera más tiempo con su familia, eso dicen lo deprimió demasiado, se sentía solo y aislado, como muchos argentinos, pero en él todo es una realidad aumentada y el dichoso entorno, los dimes y diretes, el típico chusmerío no deja que sepamos la verdad de lo que pasó con él esos meses.

Así llegaron los días previos a su cumpleaños número 60, lo que más el deseaba era que estuvieran todos sus hijos y nietos juntos para festejarlo, tal vez no con una gran fiesta, pero sí con sus seres queridos. Tal vez la pandemia, seguramente las heridas que no terminaron de sanar y un amor que se terminó hicieron que ese reencuentro no fuera posible.

Eso lo bajoneó mucho más de la que ya estaba, sumando presiones de todos lados, para estar en lugares que en otro momento amaría estar, como un estadio de fútbol, o un asado con amigos. Su gran deseo de cumpleaños no se daría como él quería y ya nada tenía sentido para él.

Lo cual se notó y mucho en su aparición en la cancha, en la reanudación de los partidos después de la cuarentena estricta, no era él mismo, no era él que todos conocíamos, estaba enfermo, triste y no quería estar allí por más homenaje y promesas que le hicieran.

El volver a casa tampoco fue lo mejor, o eso imaginamos, un asado con allegados más que amigos, un festejo de 60 años sin pena ni gloria, porque su alma ya no parecía estar allí, o por lo menos eso imaginamos.

A partir de allí todo parece más confuso aún, una internación, una cirugía, una mudanza, días de corridas, de rumores, un cuerpo que ya no le respondía, una soledad que no aguantaba, depresión  y  una muerte en soledad… si Diego Armando Maradona, el ídolo de muchos, el mismísimo dios en la tierra para otros tantos, el papá de Dalma y Gianinia, el hijo de Doña Tota y Don Diego, Pelusa para su familia, el 10 para el fútbol, el campeón del mundo, murió solo mientras dormía.

Seguramente nunca sabremos toda su historia, lo que pasó si ni lo que sucedía en esos momentos,  armaremos su vida como un rompecabezas cada vez que alguna persona que estuvo cerca la cuente. Pero si podemos imaginar cómo es su vida ahora, cómo estará festejando sus 61 años….

Me imagino una gran mesa, preparada para una cena muy especial, una pantalla gigante donde puede ver todos los saludos del mundo entero recordándolo con sus mejores galas.

Y los invitados van llegando, los primeros son sus amados padres Doña Tota y Don Diego y el abrazo se hace eterno entre ellos, tan infinito y amoroso como siempre. También arriban otros queridos parientes y amigos que hacía un tiempo también partieron.

De pronto una pelota de fútbol aparece en escena y el Tata Brown junto a otros compañeros del ´86 aparecen para jugar un picado antes de la cena, un tal Alejandro Sabella y amigos del fútbol como Luis Jacinto Luque dicen presente, nadie se quiere perder este cumpleaños número 61 del 10, como nadie quiere dejar de mostrar su agradecimiento por redes sociales  a un hombre que los hizo tan felices jugando al fútbol.

Feliz cumpleaños Diego, ojalá este sea un día soñado, con reencuentros y mensajes de amor que llegan desde todo el mundo.

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