Un árbol de Navidad los unió, ella estaba allí admirándolo y recordando viejas épocas; él sólo iba distraído con su celular y se tropezó con ella. Pidió disculpas, sonrieron y cada uno siguió su camino…
Tiempo después la Navidad volvió a unirlos, era la fiesta de fin de año de la empresa donde trabajaban, ninguno de los dos querían ir, pero allí estaban solos viendo a la gente divertirse, comer y beber hasta que sus miradas se encontraron…
Se recordaban perfectamente y por qué no? «Te debo una verdadera disculpa» dijo él invitándolo con una copa, ella aceptó sonriente y al segundo estaban bailando juntos y parecía haber magia entre ellos…
«¿No te acuerdas de mí, verdad?» Él negó con la cabeza… «Lo cierto es que hace muchos años compartimos un pesebre viviente, tu eras una oveja, yo un lindo angelito, pasaste corriendo, nos tropezamos y mi disfraz blanco quedó lleno de barro segundos antes de salir a escena…»
«Te debo otra disculpa entonces, te invito a cenar mañana en mi casa, yo cocino, vos llevas el vino…» «Claro, pero este baile no ha terminado aún…» «Sólo espero pisarte para darte otra disculpa»… «Siempre y cuando sea un beso, no me molestaría».
Y así continuaron juntos el resto de la noche, pisándose y besándose mutuamente…

Él la esperaba con una copa de vino y una tabla de quesos, ella siempre sonriente tomó de la copa un sorbo, saboreó mirándolo a los ojos, cerró los suyos «gran cuerpo, fuertes taninos… sabor retroactivo, simplemente perfecto». Él se había acercado a ella, le quitó la copa besó sus labios aún con el sabor del vino en ellos.
«¿Llegaremos a la cena?» – Sólo espero no tener que volver a disculparme, por aquí por favor»…
Cenaron a la luz de las velas en el balcón del departamento, hablaron mucho, recordaron viejos tropezones de escuela, se divirtieron y coquetearon durante la velada… al finalizar él puso música romántica, bailaron muy juntos, se abrazaron, besaron y se olvidaron juntos de tropezones, en realidad no tanto porque cayeron juntos en la cama y envueltos en sábanas, fuego, mucho calor y unas ganas increíbles de amarse, casi ni notaron dónde caían una y otra vez gozando de momentos únicos.
No fue fácil para ellos separarse al día siguiente, ni los posteriores por lo que decidieron no hacerlo, ya no habría tropezón que los separara, mucho menos ganas de quererse y amarse… y los tropezones que siguieron fueron hermosas formas de disculparse y besarse una y otra vez….
Ojalá todos encontremos en un tropezón (o varios) al amor de nuestras vidas, o nuestro gran propósito en la vida… sólo hay que animarse a amar lo que encontremos…