Regresó el caballero ladrón a Netflix para terminar de contar su historia. Esta vez fue más atracrivo ver la presentación de Los simuladores de la parte 2 de Lupin, que estos capítulos ya que es muy predecible lo que sucede.
La nueva tanda de cinco capítulos con los que se alcanza un satisfactorio final y que arranca inmediatamente a continuación de lo sucedido en el episodio 5, resolviendo de forma instantánea el cliffhanger con el que nos dejaron… En ese sentido, hay que reconocer que la serie no se anda por las ramas y que va al meollo de la cuestión desde el principio. De hecho, más que una segunda temporada habría que considerarla como una segunda parte de la primera… pero adoptaremos la terminología de la plataforma para no confundirnos.
Sea como fuere, el encanto de Omar Sy sigue intacto en estos nuevos episodios, pero eso sí, tenemos que advertiros el hecho de que la serie se vuelve mucho más dramática en su resolución.
Como ya se intuye en el tráiler de Lupin 2, Assane Diop sigue obsesionado con su objetivo de desenmascarar a Pellegrini pero ahora tiene que enfrentarse a un problema mayor, pues su búsqueda de venganza ha acabado por destrozar a su propia familia, así que ahora tendrá que poner en marcha un nuevo plan, aunque suponga arriesgarse al límite.
Una vez que la policía descubre su identidad, se ve obligado a poner en práctica todas sus tácticas para desviar la atención y pescar in fraganti a Pellegrini, tendiéndole una trampa al corrupto empresario, a quien desea meter entre rejas para limpiar su nombre y el de su padre. Para ello cuenta con su fiel aliado Ferel y también con una ayuda adicional inesperada.
A nivel de estilo, todo se mantiene en Lupin 2: hay flashbacks al pasado en los que seguimos descubriendo la relación de Assane Diop con su exmujer Claire, con Juliette Pellegrini y con su mejor amigo y compinche Benjamin Ferel y abundantes alusiones a las tramas de las novelas de Arsène Lupin, con Youssef Guedira convirtiéndose sin quererlo en un trasunto de Ganimard y hasta alusiones al popular enfrentamiento del caballero ladrón con Herlock Sholmes en la que fuera la segunda tanda de historias escritas por Maurice Leblanc allá por 1908 y traducido como «La dama rubia» en la versión estadounidense de 1910.
Por lo demás, esta segunda temporada cuenta con el mismo atractivo y los mismos problemas que la primera: la acción fluye sin parar de principio a fin con varias persecuciones tremendas y, como sucediera al comienzo, los trucos y tretas de Diop son predecibles, a poco que los espectadores sean algo perspicaces. No hay grandes giros de guión inesperados aunque eso no hace que la serie sea menos entretenida.
La serie echa el resto en el episodio final, con un largo plano secuencia inicial que plantea una situación (los preparativos de la gala benéfica) sobre la que volverá después, mostrándonosla desde otro punto de vista y con un montaje paralelo de lo más interesante en el punto álgido de lo que sucede durante el evento con la orquesta por un lado y nuestro protagonista por otro. Una gestión de la tensión emocional de lo más interesante.
A su favor obra también una estupenda banda sonora que acompaña de maravilla esta historia de venganza y redención y en su contra algún que otro agujero de guión. Si la audiencia se deja arrastrar por el devenir de la historia, la disfrutará, aunque no le vuele la cabeza.
Y si repite el éxito de la primera, que fue uno de los contenidos más vistos de la plataforma Netflix tras su estreno, es más que probable que podamos seguir disfrutando de esta serie, que ha sabido actualizar un clásico literario insuflándole una nueva vida. Da la sensación, desde luego, de que quedan muchas historias por contar y si se afina un poco más con la narrativa, sorprendiendo de verdad a los espectadores, terminarán de dar en la tecla para hacer de la serie una obra.
