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Las cartas de ayer, más que los audios de hoy…

Muchos milenios antes de Tinder, siglos antes de audios interminables, décadas antes Messenger (el viejito de Hotmail) existía el correo puerta a puerta, estaba la ansiedad por esperar una carta escrita a mano y ser entregada por el querido cartero que venia en su bicicleta y no solía traer tsntas cartas documentos o impuestos por pagar, sino cartas del ser amado, de la persona que se extrañaba…
Roberto y Graciela se conocían de niños, eran vecinos, hacían todo juntos: jugar, ir a la escuela y hasta trabajar en la finca de los abuelos de ella. Crecieron juntos, se enamoraron y desenamoraron mil veces, pero el cariño siempre presente…
El día D llegó y debían tomar una decisión, ya tenían 18 y 17 años, habían terminado la escuela y ahora era trabajar o ir a la ciudad a estudiar… Graciela estaba decidida, quería ser maestra y se iría ya que su familia la apoyaba. Roberto también quería ir, trabajar en la ciudad y estudiar si podía, pero sus padres no estaban bien de salud y él tuvo que quedarse para ayudarlos porque sus hermanas eran chicas y no podrían hacerse cargo de todo…
Se despidieron con mucha tristeza y demasiadas promesas, ambos intentarían viajar seguido para verse y todas las semanas se enviarían cartas para no extrañarse tanto…
Las primeras semanas todo se cumplió, las cartas llegaban puntualmente el fin de semana y habían podido visitar una vez cada uno…
Con el tiempo sus realidades comenzaron a cambiar, los estudios de Graciela se hacían más intensos, a la vez que su vida social era más asidua, por lo tanto no podía viajar seguido y las cartas para su amado eran cada vez más difíciles de escribir. Sin embargo las cartas de Roberto llegaban cada semana puntualmente y se sentía muy mal cuando las de ella no…
Para él no era fácil escribir, pero era su momento preferido de la semana, trabaja mucho muchísimo, tenía a toda su familia en sus hombros, viajar era imposible y Graciela ya no le escribía tanto, sin embargo la esperanza de una vida con ella aún existía…
Las cartas de Roberto se acumulaban sobre el escritorio de Graciela, ella las miraba aún sin abrir con una gran tristeza, ya había pasado un año de su partida y en su corazón sentía que no era la misma persona, a pesar de su amor por Roberto ella ya no podría volver al pueblo, la ciudad la había obnubilado. Por eso sus vacaciones iban a hacer con sus nuevas amigas, ya que a su familia la veía seguido y no tenía necesidad de volver a su hogar. Y entre la tristeza, la emoción y un poco de vergüenza no le quiso ni escribir a Roberto para contarle la decisión, solo cerró todo y se fue…
Roberto continuaba trabajando de sol a sol, ahorrando todo lo que podía pensando en su futuro, un futuro que él continuaba viéndolo junto a Graciela. No le importaba que sus cartas no llegaran, siempre la disculpaba y se aferraba a su amor…
Se sintió desmoronar cuando la familia de ella le contó que no vendría en vacaciones por irse con sus amigas al mar… sin embargo él continuó escribiéndole cada semana sin dudar…
Pasaron unos días, la familia de Graciela se había ido de vacaciones, y llegó el cartero a su casa, golpeaba insistentemente, Roberto vio la situación, se acercó para decirle que no había nadie. El cartero le explicó que se trataba de un telegrama urgente desde la costa. Roberto se imaginó que era de Graciela y le rogó que se lo entregara….
Graciela abrió los ojos muy despacio y se encontró con una mirada llena de amor, sonrió tímidamente, no entendía nada, se imaginaba todo y comenzó a llorar… él la consolaba y trataba de tranquilizarla…
Graciela había tenido un accidente, debió ser operada y sus amigas la dejaron sola en el hospital, envió un telegrama a sus padres que recibió Roberto y sin pensarlo organizó en dos segundos a sus hermanas, tomó sus ahorros y recorrió medio país y socorrió y acompañar a su amada…
Desde ese día todo cambió, Graciela continuó con sus estudios, pero se dio el tiempo para viajar a su pueblo, leer y escribir cartas a su amado… Roberto también se dio el tiempo de viajar, estudiar a distancia y esperar cada sábado a su amigo cartero…
Hoy en día los nietos de Roberto y Graciela se asombran con su historia de amor y las miles de cartas que guardan en baúles, sus bisnietos no entienden nada, ellos acostumbrados a los mensajes y audios que borran seguido por la falta de memoria de su celular, no imaginan los tiempos pasados, sin embargo están orgullosos de ellos y cada tanto suben fotos de esas cartas a Instagram para que muchos recuerden viejas épocas y muchos otros conozcan una verdadera historia de amor a través de cartas escritas de puño, letra y una olvidada cursiva…

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