Los mendocinos, por lo general, somos los peores críticos de la Fiesta de la Vendimia por poco o mucho baile, porque no se entendió, porque se hizo tedioso y largo, por cualquier detalle; pero a toso nos emociona el final y queremos salir bailar el malambo o la canción de vendimia con los bailarines y rebolear lo que tengamos a mano…
Después de ver la película Historias de Vendimia no pasó lo mismo, obviamente hubo malas críticas, no desde lo audiovisual y técnico que fue impecable y muchos han coincidido en que fue lo mejor del film, pero si a la gran mayoría le faltó emoción, le falto vendimia o algo más…
A mí también me faltó el algo más, el no se qué… no fue emoción, pero si fuerza… personalmente debo correrme de la fiesta tradicional en el teatro griego y no esperar un súper malambo con grandes bailarines, color y música muy fuerte, del lugar común. Porque obviamente una película no puede ser igual, más allá de que los diferentes episodios eran como ver partes de la fiesta con actores y bailarines ya que no faltaron el agua, el oasis, los inmigrantes, San Martín.
Con el paso de los días, si vuelvo a ver Historias de Vendimia seguramente encuentre ese algo más que me faltó, al despejar mi mente y no esperar lo mismo que sucede en el Frank Romero Day. Pero no me hace falta volver a verla para saber y darme cuenta del gran trabajo que hicieron todos los que participaron para llevarla a cabo desde productores, directores de fotografía, montajistas, iluminadores, diseñadores de arte, demás técnicos, actores, bailarines, narradores, hacedores de vendimias desde hace años que demuestran sus capacidades años tras años a pesar de lo quejosos que somos los mendocinos y los inconformistas que somos con casi todo.
Ojalá estas puestas se pueden seguir haciendo junto a la fiesta habitual, tal vez se pueda hacer una hermosa fusión que ayude a promocionar nuestra bella Mendoza y enamorar a todos, primero a nosotros los mendocinos, luego al mundo, porque si no amamos nosotros mismos nuestra tierra, nuestros paisajes, nuestros productos y lo que hace nuestra gente, ¿quién lo puede amar?