Puede ser el siglo que sea, el año que quieras que, lamentablemente, la discriminación va a seguir de moda. Nos pueden discriminar por el color de piel, por la orientación sexual, por lo que sea y hasta por tener sobrepeso y ser gordos, y esa es la causa más visible y dolorosa de todas, porque lo vemos, lo sentimos y somos parte queramos o no.
Hace unos días el boliche Bruto, de Mar del Plata, discriminó y no dejó entrar a una chica con sobrepeso, todas sus amigas entraron y a ella la dejaron fuera con mil excusas sin sentido, finalmente todas salieron y se fueron ante tanta falta de respeto y empatía. El boliche/bar emitió un comunicado pidiendo disculpas por el protocolo Covid, ¿alguien lo puede creer o entender?
Y es algo tan común semejante discriminación que duele y mucho. Pasa más seguido de lo que creemos, en Mendoza hace unos años pasó en Gutiérrez haciéndole lo mismo a la conocida actriz, modelo y emprendedora Mar Tarres, una gran mujer que tomó como bandera la lucha contra la discriminación y hasta le pidió disculpas a Sofía, la chica tucumana discriminada, porque su lucha fue insuficiente y le pasó lo que le pasó.
Y su lucha no fue insuficiente, es insuficiente que no luchemos entre todos, que no alcemos la vos, que no seamos marea verde o celeste ante estos y otros hechos de discriminación.
Ojalá algún podamos decir que no existe la discriminación, ojalá no se derramen más lágrimas por el dolor que causa la discriminación, sea por la causa que sea. No seamos más brutos, comentemos a mirar con los ojos del alma, del corazón y de la razón y no con los ojos tapados por una sociedad hostil.





