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En busca de la lúnula perdida

Juan Ignacio es un hombre de unos 30 años, físicamente impecable, se cuida en las comidas, hace ejercicio entre cuatro y cinco días por semana, un tipo fit de hoy en día.

Pero su relación con otras personas es complicada, le gusta befarse siempre que puede y faramalla todo el tiempo y galimatía a más no poder cuando no soporta y no quiere hablar con quien tiene enfrente, sea desde una persona querida a un perfecto desconocido. La verdad nadie lo soportaba y preferían perderlo antes que encontrarlo en sus vidas.

Su madre había intentado muchas veces acercarse a él, hablarle para que fuera aunque sea un poco más melifluo en su trato, para que pudiera socializar, tener amigos y a su familia cerca, pero no daba el brazo a torcer. Juan Ignacio prefería la soledad y preocuparse por sí mismo, sintiéndose superior a todos, no deseaba ni necesitaba a nadie más.  

Hace un tiempo se encontró con una ex compañera de colegio, siempre le había gustado y sintió que tal vez era una buena oportunidad para acercarse a ella, y socializar como tantas veces se lo habían pedido. Intentó un dingolondango, mas al no estar acostumbrado a ello pareció más bien una de sus galmatías.

La chica se dio cuenta de lo que tal vez sucedía, tomó sus manos para tranquilizarlo un poco y al mirar sus uñas observó que no tenía lúnulas en ninguna de ellas. Lo miró sorprendida y le preguntó si sentía bien, si no estaba cansado o sin fuerzas.

El le dijo que no, -¿qué sucede, por qué me lo preguntas?

– Mira tus uñas, no hay lúnulas en ellas… eso significa que tienes que reavivar tu fuego interior…

– ¿Qué? ¿De qué hablas? Ni yo faramullo tanto.

– Sólo te digo que necesitas conectarte con vos mismo, para que tu energía vuelva y con ella tu fuego interior. Debes ir en busca de tu lúnula perdida.

-¿Y qué se supone que debo hacer?

-Debes ir al bosque de boj y encontrar la fuente de tu energía, sólo vos podés encontrarla, y una vez que lo hagas debes oler las flores del boj indicado para que renazca tu fuego interior.

Juan Ignacio no entendió nada, ni le creyó tampoco y se alejó sin despedirse. No quería pensar en lo que ella le dijo, pero comenzó a sentirse mal unos días después, no tenía hambre, se sentía débil, no tenía fuerzas para hacer ejercicio y comenzó a asustarse.

Hablo con su madre, le contó lo que le pasaba y lo que le había dicho su ex compañera. Ella le dijo que tenía que hacer urgentemente lo que le habían dicho, porque su vida peligraba…

Y así se embarcó hacía un bosque de boj a encontrar su fuente de energía, en busca de su lúnula perdida… lo que él no sabía es que nunca regresaría…

Lo habían engañado de lo lindo, todos cansados de sus maltratos le habían mentido… tal vez hallara algún boj que crea especial, pero al oler sus flores moriría al instante… si hubiese sido un poco más melifluo en su vida tal vez nunca hubiera perdido sus lúnulas, ni sus amigos, ni su familia.

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