El 13 de octubre de 1917 cuando miles de peregrinos se encontraban en Fátima (Portugal), se produjo el “Milagro del sol” llamado así porque se vio al sol temblar, en una especie de “danza”. El suceso duró unos tres minutos y ocurrió luego de la última aparición de la Virgen María a los pastorcitos Jacinta, Francisco y Lucía.
Luego de una intensa lluvia, las oscuras nubes se abrieron y dejaron ver el sol, que según los testigos lucía como un suave disco de plata. Entonces, sus rayos tomaron diferentes colores y el sol pareció caer sobre las miles de personas, que se habían puesto de rodillas.
El periodista del diario portugués O Século, Avelino de Almeida, estimó que habían unas 40 mil personas presentes al momento del milagro, mientras que el profesor de ciencias naturales de la Universidad de Coimbra Joseph Garrett, estimó que los testigos eran unos 100 mil.

Además del Milagro del sol, los pastorcitos dijeron haber visto imágenes de Jesús, la Virgen María y San José bendiciendo a la multitud. La Virgen se presentó como la Señora del Rosario.
En la actualidad, cada 13 de octubre también se inicia la Novena a San Juan Pablo II, aquel “Santo Padre” del que se habló en el tercer secreto de Fátima.
Crónica de un milagro anunciado
Para aquel 13 de octubre, la Virgen había prometido que a las doce del mediodía un milagro sería visible por todos, más allá de su credo o creencia religiosa.
Es entendible, entonces, que ante semejante anuncio una muchedumbre de peregrinos de Portugal y del exterior se haya acercado al lugar atraídos por el fascinante espectáculo.
La profecía predecía que Nuestra Señora del Rosario de Fátima, aparecería y realizaría milagros en la fecha señalada.
Así, el gran número de personas que acudieron al lugar dijeron haber visto actividades solares extraordinarias, como que el Sol «zigzagueaba», giraba hacia la Tierra o emitía luz de colores radiantes.
Aquel día el clima amaneció feo. De hecho, llovía torrencialmente. Así llegó el mediodía y no pasaba nada. Todo era espera.
Dicen los testimonios más optimistas que había unas 40.000 personas en el lugar esperando el milagro. Todos estaban empapados.
Y el mensaje a los pastorcitos era cada vez más insistente: debían irse de allí, les decían. Era inútil seguir esperando.
De repente Lucía ordenó que guardasen los paraguas. Giró, y a Francisco y a Jacinta les avisó: “Ya viene Ella, he visto el resplandor”. La lluvia de golpe paró y el cielo se despejó totalmente.
Cuando la Virgen apareció, brillante, en el cielo, le habló directamente a Lucía, cuenta José María Zavala en El secreto mejor guardado de Fátima.
«Decidles que hagan aquí una capilla en mi honor; que soy Vuestra Señora del Rosario; que continúen rezando el Rosario todos los días. La guerra va a terminar y los soldados volverán pronto a sus casas», dijo anunciando, también, el final de la Primera Guerra.
Luego el Sol empezó a girar sobre sí mismo, como si fuera una rueda de fuego, al tiempo que esparcía hacía todos lados resplandores multicolores.
Minutos más tarde se detuvo para volver a reanudar su increíble danza casi de inmediato, como si fuese a desprenderse del cielo y a caer sobre la multitud.
Atónitos y asustados, fueron muchos los que cayeron de rodillas para rezar o gritar hasta más no poder.
En aquel lugar, en 1920 fue construida una capilla. Actualmente es el famoso Santuario que solía recibir -antes de la pandemia- millones de visitantes de todo el mundo.
Los sucesos fueron aceptados oficialmente como un milagro por la Iglesia católica el 13 de octubre de 1930, cuando el obispo José da Silva lo declaró «digno de creencia» y permitió el culto a Nuestra Señora de Fátima.







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