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Su mirada de deseo y sus labios…

Para leer antes: https://quierodecir.com.ar/mirada-de-deseo/

Él la miraba con deseo, ella también. Sin hablarse se dijeron todo, ella sólo tenía en su cabeza el sueño que él mismo había interrumpido, y en su cuerpo también. Ella lo invitó a pasar, él sin dejar de mirarla y maravillarse con su mirada la siguió dentro del local. Ella cerró la puerta, no iba a permitir que nada ni nadie interrumpiera nuevamente su fogoso momento.

Antes de que se diera vuelta él ya la había tomado por la cintura y respiraba su rico perfume detrás de la oreja, ella movió levemente su cuello para darle total ingreso a los besos de él en aquella zona y tomaba sus manos en la cintura. Los besos de él iban de su nuca a su rostro y su temperatura ascendía sin posibilidad de retorno, ella llevaba las manos de él hacía sus pechos y desprendía cómo podía los botones de su blusa.

Él la dio vuelta, la besó en su boca de la manera más húmeda que jamás había sentido, mientras terminaba de sacarle la blusa y desprender su corpiño, ella se dejaba besar mientras le quitaba su campera y también se deshacía de la camisa, entonces él la subió a su cintura y sin dejar de sentirse uno al otro, sin dejar de tocarse y atropellarse con cuanto mueble había llegaron al escritorio, tiraron todo lo que había encima y después de quitarle el pantalón y la ropa interior a ella la sentó encima.

Se continuaban besando, ella lo terminaba de desnudar a él que llevaba sus besos por el pecho de ella, sus lolas, su panza, ombligo… ella abrió más sus piernas llevándolo más abajo aún, él fue mordiendo sus muslos y acariciando con sus manos sus caderas, ella no daba más, tomó su cabeza y le suplicó que la besara allí… él no lo dudo y a su ritmo y disfrutando de su interior la volvió literalmente loca hasta hacerla estallar de placer.

Sin dejar que se terminara la magia y que ella dejara de sentir cosquillas por todo su cuerpo la poseyó en ese mismo instante, y lo hizo tan fuerte y tan delicadamente a la vez, que sin saber muy bien cuánto tiempo pasó ambos acabaron juntos, extasiados de lujuria y placer.

Cómo pudieron y muy de a poco volvieron a la realidad, aún sin hablarse buscaron sus ropas, ordenaron todo lo tirado y él se llevó la mercadería que había ido a buscar, pero antes de irse la miró a los ojos por última vez y le dijo: “Cada vez que me mires con tanto deseo no podré contenerme”. Ella sonrió,  se mordió el labio con tanto o más deseo que una sola mirada, él tiró lo que llevaba, la tomó de la nuca, la besó…. y todo volvió a comenzar…

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