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Mirada de deseo

No era un día cualquiera en el trabajo, el depósito estaba prácticamente sin personas, todos los operarios habían salido por distintas urgencias y sólo estaba ella, la gerente a cargo de todo. Él necesitaba mercadería con urgencia así que fue al depósito como lo hacía siempre, se sorprendió que ella lo atendiera personalmente, pero se alegró de sobre manera que así fuera, le sonrió y la miraba llena de deseo.

Desde hacía tiempo se coqueteaban, hacía tiempo que se gustaban, hacía tiempo que se buscaban con cualquier excusa, y ese día de calor y soledad era la excusa perfecta para acercarse uno al otro. Las fantasías comenzaron a recorrer por sus cabezas, y sobre todo, sus ganas de sentirse, tocarse, besarse.

Una vez dentro del local, los dos solos, sin testigos comenzaron una especie de coreografía donde la música la sentían sólo ellso y no era lo único que sentían, él se acercó por detrás corrió su largo cabello a un costado, sopló suavemente sobre su nuca y comenzó a besarla suavemente, ella se dejaba llevar  y con la mano del lado contrario tomaba el cabello de él y lo acariciaba como danzando.

De apoco ella se fue dando vuelta y sus labios se encontraron para llegar a un beso simple y seco al principio, pero sumamente exquisito después, les faltaba brazos para rodearse y tocarse, lentamente y como podían fueron yendo camino a la oficina de ella, donde estarían muy cómodos para pasar la mañana más fogosas de sus vidas.

Una vez allí quedaron desnudos frente a frente, él la abrazó nuevamente, la recostó en el sillón, se colocó encima, la besó mientras sus manos recorrían su cuerpo y ella lo abrazaba, rasguñaba su espalda, gemía y respiraba intensamente. Él continuó besando su cuello, su pecho, llegaba a su ombligo y caderas, ella no podía más del calor que sentía, transpiraba y se acomodaba para disfrutarlo más.

El sillón parecía que la había tomado también, el celular comenzó a sonar… era él que estaba en la puerta esperando que le abriera… entonces ella intentó despertar del todo, entró al baño, se arregló y tranquilizó su respiración, acomodó su oficina y bajó a abrirle la puerta a él que la esperaba con la mejor de las sonrisas y una mirada llena de deseo…

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